Toño Pérez, Atrio***

La obra de Atrio adquiere su sentido al ser el lugar común del acto de fe mutuo y de la complicidad entre propietarios y arquitectos. El tiempo largo de proyectar y edificar ha facilitado la incursión en territorios de las vivencias personales de todos los participantes enriqueciendo también las de cada uno. También es Atrio el estímulo del contacto con clientes, amigos, críticos, ayudantes, y el encuentro diario, constante, con el trabajo para lograr un clima de convivencia cálido para gozar de la cocina de Toño y de la magnífica bodega de coleccionista reunida por Jose. Veinticinco años de actividad en la antigua casa, con incursiones frecuentes en la interpretación de otras cocinas del mundo, hacen de ello un reducto de superación en la sensibilidad que trasciende hasta la autonomía en el gusto.